La Sutileza de la Pesca en Arroyos Patagónicos con Cañas Livianas
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La Sutileza de la Pesca en Arroyos Patagónicos con Cañas Livianas

Introducción: Los arroyos patagónicos son escenarios que invitan a un tipo de pesca íntima, donde la precisión, la delicadeza y la conexión con el entorno se convierten en los pilares de la experiencia. En estos pequeños oasis de agua cristalina, el pescador enfrenta el desafío de trabajar en espacios reducidos, lanzando a truchas esquivas y extremadamente selectivas. Aquí, la elección del equipo es tan importante como la técnica, y nada se compara con la sensación de pescar con una caña liviana de bambú o fibra de vidrio, herramientas que complementan perfectamente la sutileza que estos entornos exigen. En estos contextos las marutakes de bambú natural, son la máxima expresión de la sensibilidad extrema.

1. Arroyos y Verano: Un Momento Perfecto

  • El Deshielo Cede el Protagonismo: A medida que el deshielo de la primavera desaparece y el verano se instala en la Patagonia, los arroyos comienzan a estabilizar sus niveles de agua. Esta es una de las mejores épocas del año para explorar estos pequeños cursos, cuando sus aguas claras y tranquilas invitan al pescador a disfrutar de una pesca más precisa y controlada.
  • Actividad de los Insectos: Con el aumento de la temperatura, los insectos comienzan a emerger en mayor número, volviendo a las truchas mucho más activas en su búsqueda de alimento. Esta abundancia natural convierte a los arroyos en el escenario ideal para probar imitaciones pequeñas y delicadas que engañen a las truchas más cautelosas.
Pequeña y hermosa fontinalis que dio su pelea.

2. Los Arroyos: Un Mundo para Cañas Livianas

  • Ambientes Reducidos: Los arroyos patagónicos suelen estar rodeados de vegetación cerrada y limitados por ramas bajas, lo que hace que las cañas largas y rígidas sean poco prácticas. Las cañas livianas de bambú, fibra de vidrio y las marutakes, con su longitud reducida y flexibilidad, se adaptan perfectamente a estas condiciones.
  • Truchas y Arroyos Pequeños: Las truchas que habitan estos arroyos no son grandes, pero son rápidas, selectivas y muy difíciles de engañar. Esto convierte a cada captura en un logro especial, especialmente cuando utilizamos herramientas que transmiten la más mínima vibración de la pelea. A no engañarse, estos pequeños seres suelen resultar muy combativos. No siempre llegan a la red.

3. La Magia del Bambú, la Fibra de Vidrio y las Marutakes en Espacios Reducidos

  • Flexibilidad y Sensibilidad: Las cañas de bambú, fibra de vidrio y las marutakes tienen algo que las modernas cañas de carbono no pueden replicar: un balance perfecto entre sensibilidad y flexibilidad. En un arroyo pequeño, donde los lanzamientos son cortos y precisos, estas características brillan, permitiendo que el pescador sienta cada movimiento del pez y disfrute de la pelea en toda su magnitud.
  • Cañas Marutakes: Estas cañas, con su acción más potente en la punta pero igual de ligeras, son una opción ideal para quienes desean manejar con precisión pequeñas moscas en espacios reducidos. Su respuesta “eléctrica” agrega una sensación única en la pelea, haciendo que incluso las truchas pequeñas ofrezcan grandes emociones.
  • Reeles 3D: Para complementar estas cañas livianas, los pequeños reeles 3D resultan en una muy buena elección. Su diseño compacto, bajo peso y funcionalidad fluida permiten manejar líneas finas con precisión, manteniendo el equilibrio ideal para este tipo de pesca delicada.
Marroncita que sorprendió por su voracidad.

4. Técnica y Equipo para los Arroyos

  • Cañas Livianas: Una caña de bambú de 6 o 7 pies, diseñada para líneas #2 o #3, o una marutake ágil con líneas que pueden ir desde el #1 al #4, son compañeras ideales para estos escenarios. Su delicadeza permite lanzamientos suaves y precisos, esenciales para no asustar a las truchas.
  • Líneas y Moscas: Una línea de flote combinada con un líder largo y delgado es ideal para estas aguas. En cuanto a las moscas, las imitaciones pequeñas, como ninfas diminutas, húmedas o secas delicadas, son la clave para engañar a las truchas más selectivas.
  • Presentación Cautelosa: Con estas cañas livianas, el pescador puede realizar roll casts cortos, drop casts (dejar caer la mosca desde una posición alta) o lances extremadamente precisos que imiten el aterrizaje natural de un insecto sobre el agua.

5. Pescar con Bambú, Fibra de Vidrio y Marutakes: Una Experiencia Sensorial

  • Una Conexión Única: Una caña de bambú, fibra de vidrio o una marutake no es solo una herramienta de pesca, sino una extensión del pescador. Estas cañas tienen la capacidad de transmitir cada movimiento del pez de manera única, haciendo que incluso las capturas más pequeñas se sientan como un gran logro.
  • Disfrutar del Proceso: Pescar con este equipo en los arroyos patagónicos es una experiencia que invita a la pausa. Cada lance, cada presentación y cada pelea se disfrutan en cámara lenta, dejando de lado la obsesión por la captura para abrazar el simple placer de estar en el agua disfrutando de entornos únicos.

6. Más que Pesca: La Filosofía de la Sutileza

  • Adaptarse al Entorno: Los arroyos no son lugares para pescadores apresurados. Aquí, todo está en los detalles: cómo caminas, cómo te posicionas, cómo lanzas y cómo observas. Las cañas livianas de bambú, fibra de vidrio y las marutakes parecen haber sido creadas específicamente para estos lugares, ya que exigen y enseñan paciencia. No apto para ansiosos o quienes buscan largos lanzamientos o peleas con peces grandes y potentes.
  • La Belleza de los Arroyos: Pescar en estos pequeños cursos de agua no es una actividad para buscar trofeos. Es un arte que celebra la conexión con la naturaleza y el desafío de interactuar con truchas que parecen saber que no pueden cometer un error.

Conclusión: A medida que el verano se instala en la Patagonia y el deshielo cede protagonismo, los arroyos patagónicos alcanzan un nivel de agua perfecto para la pesca, mientras la actividad de los insectos despierta la voracidad de las truchas. Estos entornos son el escenario ideal para pescar con cañas livianas de bambú, fibra de vidrio o marutakes, acompañadas por pequeños a click o simplemente reeles 3D. En estos espacios reducidos, cada lance es un acto de precisión y cada captura, un logro lleno de satisfacción. Pescar en estos arroyos no es solo pescar, es entrar en armonía con el agua, el paisaje y el propio ritmo interior. Una experiencia donde la delicadeza, la sutileza y el equipo correcto son las grandes protagonistas.

Buena pesca y a cuidar el entorno y los peces que tanta satisfacción nos dan.

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A latigazo limpio…

Uso Del Copo

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A latigazo limpio…

Este último verano del (2022) comenzó con varias sorpresas. En esta ocasión un par de amigos me pidieron salir a pescar con mosca por primera vez. Todo un desafío en esta época del año por la poca disponibilidad de lugares cercanos libres de turistas, la notable falta de agua y la consiguiente subida de temperatura de la misma. Todos aspectos que impactan en forma negativa en la pesca de salmónidos.

Mostrando un casteo… Se pueden apreciar las piedras llenas de algas, clásico de la época de calor y aguas bajas

Avisados de la situación, mi propuesta fue simple, salimos a pescar todos juntos, les muestro lo que sé y luego ustedes pescan con total libertad, a lo cual todos aceptaron sin ningún tipo de cuestionamiento. Elegí ríos cercanos a la zona de San Martín de los Andes, donde el vadeo se hace más fácil. Mochila al hombro y a buscar peces a vista, sin importar el tamaño de los mismos, después de todo, el único fin de estas salidas era compartir en el rio e intercambiar ideas y experiencias sobre cuidado de medio ambiente, respeto por la naturaleza, impacto sobre los peces y el ecosistema, etc. Aclaro que evite los lagos, porque los días en esta época del año, son bastante ventosos, algo complicado para quien no lanzó nunca con una caña de pesca con mosca. Y ni hablar la cantidad de gente que se acerca a sus playas a disfrutar de las mismas.

La cara de Fabián lo dice todo…

Así fue que visitamos los ríos Meliquina, Pichi Traful y Chimehuin, con la visión clara de salir al aire libre y pasar un buen momento juntos y de paso, pescar algo si las condiciones nos eran favorables. Buscando una mejor chance salimos a la mañana temprano, antes que el sol de verano pegue de lleno y los peces dejen de estar activos.

Anécdotas de río

De acuerdo a la situación que mencioné más arriba, elegimos equipos livianos #2 y #3, líneas de flote y moscas atadas en anzuelos #16 y # 18, con el único fin de poder pinchar a las atolondradas juveniles que toman casi todo lo que se le presente delante del “hocico” , pero sin dejar de estar atentos ante la posibilidad de encontrarnos con alguna veterana desprevenida.

Como era de esperar, en todos los ríos tuvimos resultados similares. Nos encontramos con poca agua, caliente y peces juveniles de relativa facilidad de pesca. Y destaco lo de relativo, porque la temperatura era tal, que ni siquiera las truchitas más peques se activaban después de cierta hora. Con el sol pegando fuerte y el agua calentándose constantemente, con la consiguiente disminución de oxígeno y el aletargamiento de los peces, se volvió muy complicado pinchar algún pescadito. De todas maneras pescaron. Lo cual me dio una enorme alegría al ver sus caras de felicidad devolviendo un pescadito al agua, intacto, entendiendo todo… Misión cumplida!

Una de las cosas más difíciles cuando tomamos una caña de mosca por primera vez y sobre todo si venimos pescando con otras modalidades como el spinning por ejemplo, es sacarse ese “chip” para poder hacer nuestras primeras armas casteando. Ese fue uno de los temas en los que más me enfoque, pero sin pretensiones innecesarias. Una vez más la idea era simple y clara, poder presentar una mosca en el agua, a unos 5 o 6 metros de distancia con la mayor sutileza posible, tratando de conseguir una deriva relativamente ordenada, y eso fue lo que más nos divirtió a todos y en donde los chicos y los no tanto, pusieron su mayor concentración y esfuerzo. Fue inmensa la alegría, cuando los podía ver que a medida de que avanzaban las horas, se iban relajando más y podían pensar más en pescar que en lanzar, como cuando por fin tenemos equilibrio para poder pasear en bicicleta o manejamos un vehículo sin pensar en los pedales, botones, palancas y perillas. Mientras los veía meta “latigazo limpio”, recordaba mis primeros intentos en el lago Villarino un dia de viento terrible, tratando de hacer que la mosca llegase al agua… Pasar de las plomadas de 180 gramos a una línea #5 no fue una tarea fácil, es más, creo que aun no lo es…

Todos terminaron presentando moscas con bastante suavidad y pescaron sus primeras truchas, las cuales fueron devueltas al agua con el cuidado que corresponde.

Otro aspecto importante en el que nos enfocamos, fue en el vadeo, ya que casi ninguno lo había hecho con anterioridad. Si bien como comente antes, buscamos ambientes de poca dificultad, siempre es un desafío caminar pisando “huevos” todo el dia sobre piedras bocha llenas de algas. Con alguna que otra caída/patinada, todos se fueron acostumbrando y al final de las jornadas, ya nadie pensaba en lo que tenían bajos sus pies. Es más, con alguno casi tuvimos que suplicar para que saliera del agua 🙂

Estimo que será un recuerdo que seguirá con ellos por un largo tiempo y espero que lo hayan disfrutado tanto como yo. Compartir con amigos, mientras se contemplan estos paisajes, nos llenan el alma y presiento con que alargan la vida.

Cada uno se fue con una marutake hecha con mucho cariño y dedicación, la cual deseo que los acompañen en sus próximas salidas de pesca con mosca.

Muchas gracias a Fabian, Albi, Pablo, Franco, Daniel y Ezequiel, me hicieron sumamente feliz, fue una experiencia que nunca olvidaré.

Que se repita!

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