Mientras ya tengo pensado el arroyo al que voy a ir a pescar, reviso mi bandolera para ver que no falte nada, reel cargado, 2 líderes bien anudados, tippet 3x, 4x y 5x, una cajita con moscas secas atadas en anzuelos #14, #16 y #18, lentes polarizados, buff, fórceps, flota moscas, alicate. Elijo una marutake 6′, 2 tramos de yadake, empuñadura de hotei para línea #1 / #2.
Copo, botas de vadeo, cantimplora con agua, gorra, bermudas. Por suerte hace calor y no necesito mucho más. Me acuesto pensando en pescar y así paso toda la noche, la ansiedad del día previo es tremenda…
Me levanto bien temprano, lleno la cantimplora con agua fresca, me pongo bronceador (no me queda otra) cargo todo en la camioneta y salgo a la ruta. Paro en la estación de servicio, ya me conocen. Luego del buen día la pregunta de rigor “lo de siempre ?” asiento con la cabeza sin decir nada, la máquina de café hace lo suyo mientras 3 medialunas son guardadas en la bolsa de papel que luego usaré para los demás residuos. Le señaló un sandwich de pollo que hay en la vitrina y mientras le pongo un sobrecito de azúcar al café, pago y sumó algunos puntos al YPF club.
Ahora sí, Dire Straits de fondo, la china a media máquina por un camino sinuoso que me permite entrar en transe y el tiempo corriendo a otro ritmo. Sueño despierto mientras degusto el café caliente y como las medialunas.
Estaciono lejos de donde voy a pescar, los lugares son frágiles y hay que cuidarlos, Miguel me permite dejar la camioneta en su casa, así que me voy tranquilo, solo pensando en pesca.
Camino por el borde del río unos 800 metros y llego al arroyo que me interesa, un pequeño brazo que se desprende del cauce principal unos 2 km río arriba y se vuelve a juntar luego de ese recorrido formando una pequeña cascada que termina en un pocito de ensueño rodeado de lupinos de todos los colores. Hoy pienso pescar esos 2 km.
Avanzo alejado de la orilla todo lo que puedo, caminando entre las ramas de los ñires y los arbustos que rodean todo. A este lugar llega poca luz, se puede respirar la humedad reinante mientras el sonido del agua contra las piedras no detiene su incesante murmullo. Me siento en una piedra grande, armo la marutake y espero para ver si detecto actividad en superficie. Los juveniles y los no tanto de este lugar son confiados, pero ante el más mínimo indicio que delate mi presencia, sé que deberé buscar otro lugar. En la orilla de enfrente, el arroyo socava debajo de las ramas que cuelgan de los arbustos y se forman unos pequeños pozos donde suele verse asomar cada tanto algún pececito…
Este día no parece ser la excepción, la paciencia tiene sus frutos! A unos 5 metros delante mío y unos 50 centímetros de la costa, veo como una truchita sube a la superficie cada tanto y come algo que no puedo notar que es, parecen ser midges o algún otro insecto, podrían ser mayflies muy chiquitas. Abro mi cajita artesanal y elijo una kebari atada en anzuelo curvo #18 con pelos de ciervo, que sujeto en un terminal del 5x. El ambiente es cerrado, así que tengo que entrar al arroyo y lanzar bien bajo, casteando de costado para no colgar la mosca en alguna rama (cosa muy común en estos ambientes) Paso a paso esquivando las patinozas piedras bocha del fondo, con todo el sigilo que puedo, me pongo en posición arrodillandome dentro del agua, miro hacia atrás, veo un espacio libre, saco línea muy despacio tratando de hacer el menor ruido posible, calculando poder llegar unos 60 centímetros más allá del delator anillo de subida, espero…
Una vez más sube con toda energía, trato de encontrar el ritmo.. La dejo subir otra vez y ahora si cuento mentalmente hasta 5 y lanzó aguas arriba a un costado de la última vez que la vi subir, bien pegadito a la costa. La kebari deriva libre pasa por la posición exacta y para mi sorpresa nada! Repito la misma operatoria varias veces y mientras la trucha sigue subiendo no se a que insecto, la kebari es ignorada en cada intento. Salgo del agua, me duelen las rodillas..
Me siento en la misma piedra y mientras tomo un poco de agua, sigo observando como la trucha no cambia el ritmo, cada 5 conteos, deja el anillo en superficie como burlándose de la situación. A esta altura se tornó personal!
Analizo fríamente el contexto mientras miro la mosca y me convenzo a mi mismo que la tiene que tomar. No la cambio, le tengo fe. Vuelvo a entrar al agua y luego de hacer el mismo conteo, lanzo la mosca esta vez al centro del arroyo, cae pasada medio metro aproximadamente y comienza a derivar… Cuando apenas recorre unos 20 centímetros, la escurridiza trucha decide tomarla con vehemencia, tenzo la línea, comienza la pelea y para mi sorpresa descubro que es una trucha arcoiris de las lindas, figurita difícil en este pequeño ambiente. Pega unos buenos saltos tratando de escapar pero está bien clavada, me paro enseguida y me acerco a la posición, copo en mano la encesto…
Siento el alivio y por fin tomo una bocanada de aire a la que le sigue una sonrisa de alegría. Sin sacarla del copo ni del agua, le quito la kebari que esta bien clavada en el paladar superior y antes de largarla puedo ver que tenía un ojo lastimado, esta trucha solo veía de un lado y esa era la única razón por la cual ignoraba mi mosca.
Me rio solo y la dejo ir!