Misma rutina, café bien caliente para recorrer los 40′ que me separan del río. Mientras manejo y la voz rasposa de Mark Knopfler se escucha de fondo, veo la silueta de las cerros dibujando caras en el cielo azul que se comienza a pintar del dorado sol que tímidamente asoma tras ellos. El otoño llegó y se nota, el rocio de la noche todavía se ve en el capot de la china.
Llegó al río y toda la parapanfarria de siempre, waders, botas, campera, bandolera, collar y anteojos de sol. Armo la marutake #4 y comienzo la caminata que me separan de la astuta y regordeta trucha arcoiris que me resultó esquiva los últimos meses. Hoy es el día.
Mientras camino, recuerdo el último encuentro que tuvimos hace un mes atrás. Había sido una jornada realmente buena, muchas truchas de las buenas pescadas a mosca seca con una kebari de pelo de ciervo teñido de amarillo, que en un descuido fue tomada con un sutil suspiro, por una enorme trucha que vive debajo de unas grandes piedras ubicadas apenas a un par de metros de la orilla. Tal fue mí sorpresa que mí torpe clavada terminó rompiendo el terminal 4X que tan bien me había resultado aquel día. Lejos de enojarse, pude ver cómo mí contrincante se hundió lentamente hacía lo profundo de su guarida… Todavía recuerdo como me auto maldeci por cometer semejante error de novato. Lo que puede la sorpresa y la ansiedad que provocan estos grandes peces en nosotros los pescadores.
Mientras en mí mano sigo teniendo la misma sensación de la presión que hizo doblar la marutake como si no hubiera un mañana, y casi sin darme cuenta, mí caminata sonámbula me lleva hasta las piedras destino. Nunca me costó tan poco caminar estos casi 5kms.
La bruma sobre el río me dicen que todavía debo esperar, elijo unas piedras alejadas a unos 10 metros de la costa, y me siento a contemplar el insesante camino del río, mirar el agua correr es como mirar el fuego, el estado de meditación que nos provoca es inevitable, presumo que hay algo más allá de nuestros propios sentidos en aquellas cuestiones… Me dejó llevar y después de vaya a saber cuánto tiempo, un ruido me saca del trance, son dos ciervos que pasan al lado mío, como sabiendo que no tengo interés alguno en molestarlos. Se acercan al agua, beben un poco y se disponen como dos experimentados a cruzar el río, sin antes darse vuelta y hecharme una mirada como para demostrarme que me vieron y a modo de reverencia, agachan sus cabezas y se pierden detrás de los sauces. Me preguntó a mí mismo, como podemos matar estos bichos…
El sol comienza a calentarme la cara, se me antoja otro café, no tengo, apenas lleve agua, maldigo en voz baja. La quietud de la fresca mañana comienza a cobrar vida, hay una eclosión de grandes efemeras de color amarillento, los juveniles comienzan sus torpes cacerias, y se empiezan a sentir los golpes de sus cuerpos contra el agua. Vine a otra cosa, mientras me paro y me frotó las manos para calentarlas, observo el lugar exacto dónde vive “la trucha”, pero por ahora nada, no hay señal alguna. Abro mí cajita artesanal de bambú y elijo entre mis desordenadas kebaris, una similar a la que logró engañarla aquella vez. Una seca de pelo de ciervo teñido de amarillo, atada en un anzuelo curvo #16. Esta vez no quiero cometer el mismo error, reviso bien el líder y agrego un trozo de unos 40cm de tippet 2X, apenas pasa con dificultad por el ojo del anzuelo, pero finalmente mis torpes manos logran anudarlo, vuelvo a revisar todo y me acerco sigilosamente a unos 5 metros de la orilla. Espero arrodillado casi suplicando una señal.
De repente y cuando me lloran los ojos por no pestañear, una mariposa se posa en el agua justo por la costura formada entre las distintas corrientes que hay en ese sitio. En escasos 4 metros de agua, pasa de todo. A 2 metros de las piedras corre una corriente rápida que forma una contra corriente contra la orilla, en la que se junta la clásica espuma y en donde siempre hay truchas comiendo. Del otro lado de la corriente rápida, el agua corre lenta y bordea unas grandes piedras que no llegan a salir del agua por unos escasos 10cm. Entre esas piedras está la guarida de ésta gran trucha. Me seco los ojos y veo como la mariposa desaparece lentamente y apenas deja un sutil anillo que no delataria su presencia para la vista de un pescador distraído. Ya sé que estás comiendo. Miro mí mosca y le tengo fe. Lanzar de está posición sería un desastre, apenas la línea toque el agua, habrá arrastre seguro. Analizo la situación y me ubico río abajo unos 10 metros, se que desde acá no me ve. Saco línea y lanzo mi kebari, cae un metro río arriba de su postura, deriva bastante bien o por lo menos no logro percibir los micro drags que seguro tiene. Aguanto la respiración y otra vez me lloran los ojos por no pestañear, no la quiero perder. Llega a la posición que presumo es monitoreada por mí amiga y veo como la mueve con su morro, la mosca sigue río abajo. Recojo línea espero un instante y vuelvo a lanzar. Misma situación, está vez la mosca draga un poco pero de todas maneras mí mosca es de nuevo llamativa para la trucha que vuelve a subir y parece ociquearla sin morder, como no hay dos sin tres, vuelvo a intentarlo, está vez sin resultado alguno. Creo que perdí mi oportunidad. hay montones de truchas cebandose por todos lados, pero a mí solo me importa ésta.
Me alejo y me vuelvo a sentar sobre la piedra de la mañana. En mí mente solo hay una cosa, esa trucha arcoiris. Para mí sorpresa veo que se vuelve a formar el mismo sutil anillo, siento la provocación, se volvió personal.
Me dispongo a tener una última chance, para situaciones complicadas como esta, mejor aplicar soluciones no habituales u ortodoxas, así que me voy unos 10 metros río arriba de la trucha, me arrodilló nuevamente, esta vez las súplicas son reales, y encomendado al dios trucha, lanzo mí mosca sobre la corriente a unos escasos 3 metros y mientras suelto línea corrijo la deriva, contengo la respiración y veo que la mosca está en posición, no pasa nada, me paro y detecto la gran trucha siguiendo a la mosca río abajo, la dejo seguir, cuando finalmente luego de perseguir el engaño unos 2 metros de su habitual postura, sube lentamente y absorbe con delicadeza la kebari, ya me estoy quedando sin aire, aguanto… La veo girar y volver a su protectora piedra, tenso la línea primero y clavo. Vuelvo a revivir la tensión en la mano, está vez el terminal aguanta y yo por fin respiro agitado. Veo en la profundidad un reflejo violaseo que busca con todas sus fuerzas llegar a su escondite, no la dejo. Ejerzo toda la presión que mí marutake me permite y finalmente cambia de plan, nada río arriba acercándose a gran velocidad, me obliga a recoger línea con la mano lo más rápido posible para no perder tensión. Viéndose en desventaja nada hacia el centro del río y pega un salto tosco, es grande. Recojo la línea suelta, ajusto el freno del reel y la dejo correr, pasan los minutos y noto en la puntera de mí caña como sus cabezasos buscan zafar del maldito anzuelo. La vieja trucha todavía tiene varios trucos bajo la manga, no se entrega. Ahora usa la corriente a su favor y se deja arrastrar río abajo, me obliga a correr y meterme al agua, resbaló y caigo, pero no me importa, se siente el frío de mí ropa mojada, pero yo tampoco aflojó, es ahora o nunca. La freno en seco y aguanto, rogando que la marutake haga lo propio. Ambos estamos cansados, comienzo a recoger línea, recién ahora comienza ceder, ya la puedo ver con su gran bocota abierta y la kebari pinchada en uno de sus costados. Cuando ve el copo, y sacando lo último de sus fuerzas, nuevamente intenta una corrida al centro del río, está vez no la dejo, presiono y cede, aceptando la derrota. Finalmente termina en el copo con la mirada de quién reconoce su situación. Camino río arriba, mientras la llevo por el agua para finalmente dejarla recuperarse y soltarla en su querida piedra. Estoy exausto y feliz al mismo tiempo. Está vez si!!! La partida fue mía.
No hay fotos ni videos que atestiguen este relato, ya que el mismo no sucedió. Si bien hay fragmentos verídicos a lo largo de todo el texto, la cuarentena no me permitió otro encuentro con esa vieja trucha, esta historia tendrá que esperar la próxima temporada y finalmente ahí voy a poder afirmar realmente “está vez, si!!!”