Un amigo de la infancia llegaba por primera vez a la Patagonia, más precisamente llegaría en avión al aeropuerto de Bariloche, lo cual dejó abierta una puerta que tenía pendiente de abrir, y que era justamente visitar en Colonia Suiza a un Alemán del Volga que conocí mediante las redes sociales y que tiene un puestito de comidas típicas, artesanales y orgánicas. Hacía rato que le tenía prometido que cuando anduviese por Bariloche lo iría a conocer personalmente, así que ésta era la excusa perfecta. La sangre llama y la tentación de comer algo típico de mi descendencia lo hacia aún mas tentador, por fin llegaba ese día.

Arranque temprano por la ruta 7 lagos, y previa parada en Villa La Angostura, rumbeamos para Bariloche con destino final en Colonia Suiza. Lamentablemente el gringo no estaba ese día, pero pudimos conocer a su amable mujer que nos trató muy bien y que nos preparó unos platos espectaculares. Quede pipon pipon!!! El vuelo se había retrasado, así que disponíamos de tiempo para recorrer y conocer. Después de despedirnos y prometiendo regresar, decidimos conocer la Colonia y sus clásicos puestitos, por cierto es un lugar hermosísimo que recomiendo visitar, vale absolutamente la pena y si quieren comer bien y rico, por favor no dejen de pasar por el puesto Schmackt Gut (en instagram schnackt.gut) No digan que nos les avisé!

Al poco de recorrer los puestos, hubo uno que captó mi atención al instante. Era un viejo puesto de venta de cosas usadas, donde había de todo, herraduras, cámaras fotográficas, latas, herramientas de todo tipo, carteles, etc. etc. etc. Después de husmear un rato, veo en un rincón, debajo de un montón de cucharas antiguas algo que frenó mi vista en forma inmediata, era un viejo reel de aluminio que parecía decirme “Acá estoy!!!”, tuve que tomarlo en mis manos y ahí conecté, para mí los objetos nos eligen, sino siento esa sensación, sencillamente no lo quiero, este no fue el caso. Lo revise un poco, aunque ya sabía que se vendría conmigo y noté que estaban todas las partes, pero que asi a simple vista no funcionaba, no había manera de que girara. Decidí que éste hermoso y viejo experimentado, tendría otra oportunidad. Lamentablemente el vendedor no tenía idea de su origen, ni siquiera recordaba cómo había llegado a su tienda, tampoco me importó demasiado, negociado de por medio, por fin este veterano volvería nuevamente a recorrer ríos, arroyos y/o lagos.

Ya fuera de temporada comencé con el proyecto de restauración. Lo primero que hice fue desarmarlo y ver si los componentes internos todavía servían y para mi grata sorpresa, todo estaba allí en su lugar, obviamente oxidado, pero post limpieza el delicado “clic” quedó nuevamente en marcha. Luego comencé con la limpieza y pulido exterior. Quise que conserve las cicatrices que ganó junto a su experiencia, por eso no las quite, sólo repasé la superficie con una lija al agua extra fina para quitar una capa de óxido y suciedad que tenía por el descuido y el paso del tiempo.

En algún momento dudé si lo desarmaba por completo y cambiaría las guías de la línea por un tornillo, pero finalmente me incliné por dejarlo tal cual estaba con sus remaches originales. Lo único que hice fue resaltar con pintura negra el borde exterior de la parte fija y recubrirlo con una capa de resina epoxi. La manivela original también era de aluminio y no giraba, estaba atornillada fija, lo cual no es muy cómodo, así que opté por hacer una nueva manivela giratoria y en éste caso elegí hongo llao llao que tiene unas vetas hermosas además de ser una madera bastante dura. De la misma forma hice el contrapeso que originalmente no tenía y también recubri a ambos con una capa de resina epoxi para darle durabilidad.

El mecanismo de clic merece un párrafo aparte, me pareció muy simple y efectivo, consiste un una chapita de acero que hace presión sobre una piecita triangular, que al girarse (en cualquier sentido) deja uno de los vértices o un lado del triángulo en contacto, dejando de esta manera que la rueda dentada del carrete roce o no y de esa forma el bonito clic se hace presente.

Luego de desarmarlo y limpiarlo. En detalle el sistema de clic.

El reel no tiene marca, ni tampoco ninguna indicación que demuestre su origen, de hecho parece artesanal y a pesar de que busqué información en internet sobre el mismo, no pude dar con nada exactamente igual. Quedará como un misterio sin resolver, o quizás después de esta entrada aparezca algo de luz sobre el tema. Lo importante es que va a tener otra oportunidad.

Con esos detalles terminados y lubricado el eje central y el mecanismo de clic, el viejo reel de aluminio ya espera a ser cargado con una línea y salir a pescar la próxima temporada junto con una marutake.

Presumo que ambos nos vamos a hacer muy felices mutuamente.