En estos tiempos de larga abstinencia de pesca, tratando de pasar los días de la mejor manera posible, y luego de ver una imagen que me llegó, me preguntaba “Por qué nos gusta tanto pescar?” o mejor dicho “Por qué me gusta tanto pescar ?” …
Al mirar la imágen se aclaran muchas cosas, en ésta imágen se ve un pescador mayor de edad pescando a la orilla de lo que podría ser un río y en el reflejo del agua se ve a sí mismo pero como un niño también pecando, y claro eso fue revelador instantáneamente.
Cuando uno trata de explicar la pasión que siente por este deporte a otra persona, muchas veces cuesta encontrar la manera de poder transmitirlo en palabras, y una sencilla imagen llena muy fácilmente toda esa parapanfarria verborragica en las que nos terminamos enredando al momento de comentar sobre nuestra pasión…
Yo tengo claro que pesco, por todo lo que conlleva una salida de pesca, siempre que hablo de esto, expongo el placer que siento desde el mismo momento en que pienso en una salida de pesca o como en este caso, al momento de escribir estas líneas reviviendo en mí mente infinitas salidas de pesca, desde que tengo uso de razón….
La planificación, la preparación del equipo, los lugares en los que pescamos y la acción de pesca y liberación propiamente dichas, inclusive hasta la edición de las fotos o videos que vienen a posteriori de la salida, me dan un inmenso placer…
Escaparse, dejar por un momento el ruido de la vida citadina, alejarse del mundo artificial en el que vivimos, volver a la esencia de lo natural y dejarnos sorprender por cada cosa y lugar que nos rodea como cuando eramos niños y las preocupaciones de los mayores todavía no habían tocado nuestra puerta, donde jugar con un palito es suficiente para despertar nuestra imaginación al máximo, esa caza de dragones y luchas que hacíamos con nuestros amigos, peleando con cardos y nuestras espadas de madera…
Tuve la inmensa suerte de criarme en un ambiente natural, un barrio del conurbano bonaerense, donde el “campito” era nuestro club y donde andar embarrados y con las rodillas peladas era habitual, lavarse las manos para comer ? mmmmmm pocas veces… compartí con mí padre y con mis amigos y sus padres, muchísimas salidas de pesca, en distintos ámbitos, ríos, arroyos, lagunas, mar… lo único que sé, es que siempre pesqué, tal es así, que no recuerdo la primera vez que lo hice, porque creo que nací pescando, toda esa magia es la esencia del porque de la pasión…
Al salir a pescar en Patagonia norte, muchas veces solo o inclusive en la soledad que brinda la pesca con mosca a pesar de que salgamos con amigos, de alguna manera revivo esos tiempos vividos dentro de mí. Los pulmones se llenan de aire fresco, la mente vuela y fantasea, los problemas desaparecen, reviviendo los instintos básicos de depredador, aunque finalmente el amor que siento por éstos bichitos escamosos me lleva a liberarlos sin antes admirarlos y agradecer su entrega, no sé si ellos pensaran lo mismo de mí después de haberlos pinchado y quitado por un instante de su medio natural, pero he aquí una incongruencia con la que convivimos muchas veces sin darnos cuenta los pescadores conservacionistas. Queremos pinchar esos hermosos peces, para luego liberarlos y verlos nuevamente en su ámbito natural… esto si que es difícil de explicar… Y si dije pensando… 😁
Mientras miro el cerro desde mí ventana y sigo escribiendo éstas líneas, fantaseo con las próximas salidas de pesca y me veo reflejado en algún río o arroyo de montaña, como un niño y su vieja mojarrera de tacuara, viendo hundirse su boya de corcho pintada y un dientudito desorientado por un pinchazo que no puede explicarse de donde vino…
Finalmente la pregunta no es “por qué pesco?”, sino la afirmación “porque pesco” es la mejor definición que puedo dar, porque pesco soy feliz, vuelvo a ser aquel niño sin problemas, me conecto con lo esencial, más instintos y menos raciocinio, más libertad y sonidos de la naturaleza, pureza y disfrute en su máxima expresión…