Habíamos decidido ir al emblemático río Chimuhuin en Junín de los Andes con un amigo. El día arrancó bien tempranito, una vez habíamos llegado, preparamos equipos y salimos a caminar el río, yo sin waders, de ser posible prefiero no usarlos, así que todo comenzó con bastante frío, pero el sol de a poco hizo lo suyo para que me olvidase del tema, fue una larga mañana en la que apenas hubo algún que otro pique de las truchitas que timidamente comenzaban a activarse…
Decidimos cambiar de lugar y caminar mucho más, alejarnos un poco de los lugares con más presión de pesca, inclusive esos lugares luego se convierten en balnearios, ya que estos días se presentaban con bastante calor… Una vez alejados un par de kilómetros, comenzamos a probar nuevamente nuestra suerte, las truchitas más grandes comenzaban a activarse y hubo algún que otro pique interesante, hasta acá todo era disfrute del paisaje y cada tanto, la adrenalina se activaba con algún pique que nos sorprendía…
Había encontrado un pocito que estaba activo, así que tuve la suerte de pinchar unas truchitas, algunas de las cuales llegaron al copo, las otras ganaron la pulseada.. De repente escucho el silbido de mi amigo que me llama desde un pequeño barranco a unos 200 metros de donde yo estaba, enseguida especule con que había pinchado algo importante, así que salí corriendo hasta donde estaba él, pero para mi sorpresa, lo oigo decir “mira que lo es esto” y me señala un curvon del río, donde ser formaba un remanso que hacía cambiar la corriente, cuando miro en detalle no había menos de 7 u 8 hermosas truchas nadando y que cada tanto subían a comer, nos dividimos el lugar y comenzamos a tirar con todo lo que teníamos, estas truchas eran realmente muy selectivas, no tomaban nada de lo que presentabamos, probamos con streamers, ninfas, secas, húmedas, y nada, con unas clásicas wet pude pinchar un par de arcoíris más chicas, pero no más que eso..
Cambiamos los ángulos de lanzamiento, río arriba, río abajo, de costado con deriva, stripeando, nada…enseguida comentamos lo que en más de una oportunidad habíamos escuchado “si no las ves comer, no pierdas el tiempo, no van a picar…” y quizás sea cierto, después de muchísimos intentos, decidimos ir a almorzar y probar suerte más tarde… Después de volver al vehículo, comer algo y descansar un poco, regresamos al mismo lugar, misma suerte, tirar y tirar, nuevamente probamos con varios patrones y no había manera de poder conectar con ellas, bajé al agua y me acerqué a las truchas a escasos metros, tirándoles arriba de donde nadaban, adelante, atrás de ellas, dejando que la deriva les pase bien cerca, una vez más … nada de nada, definitivamente cuando no quieren, no quieren…
Resignados por haber perdido la batalla, decidimos no molestarlas más y dejarlas vivir en armonía con la naturaleza como corresponde, nos retiramos del lugar y por supuesto hablamos de ellas un largo tiempo… Ya volveremos con un mejor plan!!! Algunas imágenes de aquel día:
Liberando la bella arcoiris:
Una de las bellas arcoiris que llego al copo:
Los bellos lupinos patagonicos: