Después de haber pasado todo un día a la orilla de un lago, y finalmente habiendo terminado aquella jornada con la tibia capacidad de poder lanzar una linea a unos 4 o 5 metros de distancia, mi ansiedad ya era insoportable, quería probar suerte con una mosca de verdad, quería pescar…
Ese próximo fin de semana, y ya conociendo un pequeño arroyo cercano a casa, pensé que podía ser una buena oportunidad para probar suerte, así que previos preparativos de rigor, fuí por ello.
Llegue al lugar, elegí un árbol para dejar mi mochila y bajo su sombra (no me llevo muy bien con el sol, y estaba en pleno Enero de 2017, demasiado para mí) comencé a armar el equipo, ahora venia el primer gran desafío, atar una mosca de verdad, ya no se trataría de aquella lanita roja de la vez anterior, esta vez habría un anzuelo al final del leader, pero que mosca atar ? en mi arsenal contaba con unas escasas 5 moscas, muy variadas y totalmente desconocidas para mí, así que daba igual, tome la primera que encontré en aquella bolsita que hacia las veces de caja de moscas. Segundo gran desafío, como atar aquella mosca ? hice el nudo que pude, de alguna manera la ate, comprobé que quedase firme, y sali corriendo hacia el arroyo, primer error…
Cuando estaba a unos 10 metros del agua, veo saltar unas truchitas, que estaban comiendo algún tipo de insecto (pequeñas polillas para mi), la emoción fue tal y junto a mi incapacidad de lanzar a esa distancia, que corrí aun más rapido para llegar a la orilla del arroyo, claro está, nuevamente cometí otro gran error, apenas llegué vi como unas cuantas truchitas de arroyo se escurrían a toda prisa debajo de un árbol que yacía en el fondo de un pocito, aquél era el lugar más hondo del curso de agua, tendría 1m de profundidad aproximadamente, por supuesto toda la emoción que me causó ver aquellos hermosos bichitos, se desvaneció por completo al darme cuenta lo que había provocado mi ansiedad, no quedó ni un solo pez a la vista. Entre confundido, decepcionado y enojado por mi torpeza, decidí alejarme de aquel lugar, volver al árbol donde estaban mis cosas, tomar algo y después de un tiempo prudencial, volver a acercarme al arroyo con la esperanza de que las truchas ya se encontraran nuevamente en actividad. Esta vez fuí todo lo sigiloso que pude, me acerqué casi de rodillas, camuflandome en los lupinos de colores que se encuentran en aquel lugar, belleza aparte. Efectivamente llegué al borde del arroyo sin ser detectado, y ahí podía ver como unas cuantas truchitas hacían gala de su belleza y capacidad de nado contra la corriente y de tanto en tanto, salían fuera del agua con espectaculares saltos acrobáticos a comer aquellos insectos, el corazón se me salía por la boca, me transpiraban las manos… Como pude, saque un poco de linea y me decidí a realizar el primer lance, otro error más, nunca observe que detrás mío había un pequeño arbusto, lleno de espinas por cierto, en el cual obviamente quedo enredada mi primer mosca, nuevamente me aleje del lugar, previamente corte mi leader, ya que me fue imposible sacar aquella primer mosca, la cual nunca pude mojar…
Tercer intento… nuevamente ate la segunda mosca que encontré en mi bolsita, me acerqué con sigilo a la orilla del arroyo, las truchitas obviamente seguían allí comiendo a su antojo, y yo de rodillas, observando los arbustos que me rodeaban, realizo finalmente mi primer lanzamiento… en ese instante el tiempo se congelo ante mis ojos, no respire, no pestañe..
Mi mosca cae al agua como si hubiera lanzado una piedra, por supuesto, otro error frente a mí, lanzar una mosca a una distancia prudencial, pero con nada de sutileza no funcionaba, gran decepción nuevamente, todas las truchas reaccionaron al estallido que provoque y como era de esperar, se refugiaron una vez más en el mismo tronco hundido… esta vez no resultó aquello de la “tercera es la vencida” Me retire del lugar, decidí almorzar algo, descansar un poco, pensar nuevamente en todos los detalles que me llevaron al fracaso aquella mañana y decidido a que podía hacerlo mejor, realicé el mismo ritual, en silencio, agachado y camuflado entre las plantas, bien ubicado y con lo mejor de mí, realicé aquel primer “buen” lanzamiento, la mosca toco el agua muy suavemente y para mi sorpresa una de las truchitas que estaba a unos centímetros del lugar se lanzó deliberadamente sobre ella y la tomó, no puedo explicar la sensación de euforia que sentí, por fin lo había logrado, una trucha había sido engañada con un montón de plumas y un novato que no sabía que hacer ante aquella situación… comenzó la lucha, la truchita desesperadamente saltaba fuera del agua, toda una nueva sensación, no tuve tiempo de pensar en nada, como pude recogí la linea (no eran más que unos 5m) y saque aquella primer trucha, una hermosa y eléctrica fontinalis, fue un momento maravilloso y único, foto por medio libere aquel primer ejemplar, el primero capturado en mi vida, lo había logrado, ese fué el comienzo, la enfermedad ya se había apoderado de mí.
Ese día y por supuesto dejando todas mis moscas colgadas en arbustos de la zona, pude capturar unas 6 o 7 truchitas, las cuales por supuesto libere de la mejor manera que pude. Fue una jornada de mucho aprendizaje, en la cual todos los errores que cometí, me sirvieron para respetar aun más este hermoso y sutil deporte, la pesca con mosca. Pesca y devolución.
Por supuesto, quedaba muchísimo por aprender y esto era tan solo el comienzo, calculo que la suerte de principiante y la insistencia de aquel día, me permitió capturar aquellos ejemplares, pero también me hizo tomar conciencia de que no iba a ser una tarea fácil, había muchos detalles para tomar en cuenta y finalmente este estilo de pesca no se parecía en nada a todo lo que había hecho durante mas de 40 años. Esa noche dormí muy feliz, pero no pude sacarme de la cabeza todas aquellas imágenes, pesque toda la noche en mis sueños…