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Truchas de octubre…
Este 2020 fue distinto, el hecho de que pase gran parte del tiempo encerrado, con un fin abrupto de la temporada de pesca a mediados de marzo, y muchísimo stress laboral, fueron motivos más que suficientes para que esta vez le diera una oportunidad y con la excusa de probar las nuevas marutakes, practicara una pesca poco habitual.
En la zona donde vivo, se habilitó la pesca en un par de lagos cerca de casa, así que no lo dude demasiado, elegí un par de marutakes por vez y de paso, aproveche para aprender más sobre cómo encarar estos peces en este contexto.
Las condiciones tienen un denominador común, a pesar de que
puedan tocar dias soleados y casi sin viento, la temperatura del agua es muy baja, debido al deshielo y el aporte de todos los arroyos tributarios que llevan hasta allí sus aguas. Esto produce un letargo en las pocas truchas que se pueden ver, sobre las cuales hay que elegir muy bien los momentos específicos para no pasarse todo el día colando agua, cuestión que no me gusta ni un poco.
Las zonas costeras, con veriles pronunciados, piedras grandes,
corrientes formadas por la variación de profundidad del lecho y las plantas acuáticas, son los sectores más productivos a la hora de encarar la situación, por lo menos para realizar pesca desde la costa.
Fundamentalmente se utilizan streamers, en lo posible con líneas de
hundimiento o líderes que lo hagan, ya que difícilmente podamos encontrar algún pez cazando o patrullando en superficie.
Para poder lanzar cómodamente con las marutakes suelo hacer streamers muy pequeños, que no carguen tanta agua, utilizando anzuelos no muy grandes, máximo #10. Los materiales más comunes son plumas de gallo/gallina, pelo de zorro o conejo y marabou. Los colores dependen de la luz, y como fórmula muy simplista, días claros / moscas claras, dias oscuros / moscas oscuras.
Para estas salidas utilice líneas de flote o sinking tip (hundimiento de punta) en números 4 y 5. Todo consiste en caminar las orillas, tratando de no proyectar sombras sobre la costa y con un buen par de lentes polarizados, escudriñar las costas, tratando de visualizar algún pez activo. Obviamente esto NO siempre se logra con éxito, en cuyo caso no tuve más opción que basado en mi propio instinto, colar el agua más prometedora. Debo decir que me fue bastante bien, de hecho todos los días que fui al lago, logre pescar
varias truchas. Pescados no muy grandes pero que con el equipo que
utilizo, presentaron una muy interesante pelea. Pesque un 80% de
truchas marrones y un 20% de arcoiris, todas tamaño plato. Cada una
fue devuelta a su hábitat con el menor stress posible.
Estos peces se encuentran patrullando o esperando muy cerquita de la costa, entre las plantas acuáticas que ondulan en el borde del veril y que utilizan como refugio y zona de confort. Hay que armarse de paciencia, encontrar momentos en que las demás personas dejen de
tirar piedras al agua, esperar que todo se tranquilice o elegir los días a los que se suele llamar “feos” donde las chances crecen exponencialmente, influenciados por la poca concurrencia y la tranquilidad reinante.
Es una pesca no tan atractiva como otras, pero de todas maneras sirve para ir calentando la muñeca e ir ajustando equipos, moscas y
palpitando el comienzo de temporada en mejor estado y por sobre todas
las cosas, despejarse, cambiar de aire y vivir los maravillosos momentos en contacto con la naturaleza y paisajes que tenemos la suerte de disfrutar.
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En la zona donde vivo, se habilitó la pesca en un par de lagos cerca de casa, así que no lo dude demasiado, elegí un par de marutakes por vez y de paso, aproveche para aprender más sobre cómo encarar estos peces en este contexto.
Las condiciones tienen un denominador común, a pesar de que
puedan tocar dias soleados y casi sin viento, la temperatura del agua es muy baja, debido al deshielo y el aporte de todos los arroyos tributarios que llevan hasta allí sus aguas. Esto produce un letargo en las pocas truchas que se pueden ver, sobre las cuales hay que elegir muy bien los momentos específicos para no pasarse todo el día colando agua, cuestión que no me gusta ni un poco.
Las zonas costeras, con veriles pronunciados, piedras grandes,
corrientes formadas por la variación de profundidad del lecho y las plantas acuáticas, son los sectores más productivos a la hora de encarar la situación, por lo menos para realizar pesca desde la costa.
Fundamentalmente se utilizan streamers, en lo posible con líneas de
hundimiento o líderes que lo hagan, ya que difícilmente podamos encontrar algún pez cazando o patrullando en superficie.
Para poder lanzar cómodamente con las marutakes suelo hacer streamers muy pequeños, que no carguen tanta agua, utilizando anzuelos no muy grandes, máximo #10. Los materiales más comunes son plumas de gallo/gallina, pelo de zorro o conejo y marabou. Los colores dependen de la luz, y como fórmula muy simplista, días claros / moscas claras, dias oscuros / moscas oscuras.
Para estas salidas utilice líneas de flote o sinking tip (hundimiento de punta) en números 4 y 5. Todo consiste en caminar las orillas, tratando de no proyectar sombras sobre la costa y con un buen par de lentes polarizados, escudriñar las costas, tratando de visualizar algún pez activo. Obviamente esto NO siempre se logra con éxito, en cuyo caso no tuve más opción que basado en mi propio instinto, colar el agua más prometedora. Debo decir que me fue bastante bien, de hecho todos los días que fui al lago, logre pescar
varias truchas. Pescados no muy grandes pero que con el equipo que
utilizo, presentaron una muy interesante pelea. Pesque un 80% de
truchas marrones y un 20% de arcoiris, todas tamaño plato. Cada una
fue devuelta a su hábitat con el menor stress posible.
Estos peces se encuentran patrullando o esperando muy cerquita de la costa, entre las plantas acuáticas que ondulan en el borde del veril y que utilizan como refugio y zona de confort. Hay que armarse de paciencia, encontrar momentos en que las demás personas dejen de
tirar piedras al agua, esperar que todo se tranquilice o elegir los días a los que se suele llamar “feos” donde las chances crecen exponencialmente, influenciados por la poca concurrencia y la tranquilidad reinante.
Es una pesca no tan atractiva como otras, pero de todas maneras sirve para ir calentando la muñeca e ir ajustando equipos, moscas y
palpitando el comienzo de temporada en mejor estado y por sobre todas
las cosas, despejarse, cambiar de aire y vivir los maravillosos momentos en contacto con la naturaleza y paisajes que tenemos la suerte de disfrutar.
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