Con cada nuevo proyecto, inmediatamente surge la visión del bucle ideal, de la presentación suave y precisa, de la flexión en la pelea con un pez colaborador., de la firmeza del butt y la ergonomía de la empuñadura, entre otras… Hasta el ruido del agua corriendo entre las piedras se vuelve parte del plan.. Y no sólo la mente divaga como soñando despierto, sino que es todo el cuerpo el que vive estas mismas sensaciones…

Comienza el trance…

Me he encontrado más de una vez casteando aire, como los locos guitarristas aéreos, que especulo con que más de uno de los que aquí me lee ha practicado al menos alguna vez, poniendo cara de rocker descolocado por la aclamación del público… Ésto lo vivo de igual manera, la mano firme en la nada misma y con gestos de viento en la cara, parado sólo en el medio del comedor, dando manotazos en el aire y calculando distancias y puntería.

La primer vez que tomo una vara de bambú, comienza el trance. Miles de imágenes fugaces recorren mi mente y la imaginación toma vida, de repente todo pasa a ser real… Afirmaciones como: flexiona mucho, es demasiado fuerte, vibra un poco al cargarse, el butt es demasiado blando, etc. surgen como estrellas fugaces en un incesante ir y venir. Esta es una de las partes más importantes al momento de fabricar una caña de pesca, si la sensación no me gusta, se descarta. Del mismo modo y en el caso contrario, se convierte enseguida en un proyecto viable y sobre el cual quiero comenzar a trabajar a la brevedad!

Tomando forma…

No uso planos, ni trabajo con certezas, la precisión es un tema relegado en las marutakes y ahora en las PMQ (“poors mans quad”, algo así como “cuadrada del pobre”, haciendo alusión a la simpleza constructiva frente a las clásicas split bamboo hexagonales, que requieren de un “planing form” o “forma de cepillado” donde el constructor configura los triángulos que luego formarán la caña final y donde unas milésimas de pulgada pueden resultar en errores garrafales. Que no se entienda mal, AMO ESOS TRABAJOS, pero sencillamente no cuento con esas herramientas y es por eso que opté por abordar la construcción de la “Gandalf PMQ” siguiendo simplemente mi instinto, información en las redes y trucos y secretos que me compartieron varios amigos (Rob, Anibal, Flavio, el “Rana”, entre otros) Con todo ese bagaje de pseudo conocimientos, dejo una vez más que mí inspiración garabatee sobre un papel, formas arbitrarias y muy subjetivas de lo que él propio bambú me dijo que quería ser. Soy admirador de lo natural y me esfuerzo por respetar al menos algo de ello en mis trabajos.

Respetando lo natural

Me gusta que el bambú sea el que mande, y mis manos simplemente acompañan su intrínseca naturaleza, insinuando resultados que no siempre serán los esperados. De esta manera cada vara tiene su propia impronta y personalidad. Dejar fluir las sensaciones mientras el tiempo pasa a otra velocidad y la mente divaga con pescas imaginarias es mi mejor manera de construir cañas de pescar. El resultado ? siempre es el que tenía que ser y así me gusta que sea.

Material noble

Algunas de las varas se quedan conmigo para jugar juntos en escenarios reales, el tiempo que sea necesario y otras se van con algún amigo para ser empuñadas por otras manos…

Accesorios para combinar

Volar líneas imaginarias es mí mejor manera de comenzar a fabricar una caña de bambú, siempre es el primer paso.

Si vuela bien esa ilusión, también volará una línea de verdad!

Líneas de verdad