En tan sólo 4 años y con muchísimas horas de río las cosas han cambiado bastante, pero por suerte sigo sintiendo esa misma fascinante sensación cuando el pescadito lucha para liberarse del gancho de alambre y finalmente llega a salvo a la red…

Había comenzado el frío, era un domingo tranquilo y sin viento, pero la noche anterior en el Malleo había caído una helada que congelaba todo, los pasahilos y la línea eran hielo literalmente. Durante las primeras horas de la mañana no había podido lograr dar con ningún pez, la falta de experiencia me jugaba en contra, pero mí insistencia podía más. Mientras hicimos un parate al mediodía para almorzar algo y aprovechando para calentar un poco las manos y sobre todo el estómago, ya fuera del agua pero con un ojo siempre mirando el río, descubro una linda trucha arcoiris comer muy cerquita de la orilla, a unos escasos tres metros de donde estábamos, no me pude contener…

Tome la vieja Loomis #6, deje el sándwich a medio comer de lado, y casi por instinto quite la mosca que tenía atada al final de un 4x (un pequeño streamer al que llamaba “Ramona”) y vaya a saber porqué motivo elegí una ninfa verde muy chiquita, estimo que estaba atada en un anzuelo #16/#18, con un bead head dorado, que perfectamente podría haber imitado un gusanito del sauce, insecto que desconocía totalmente, pero que alguien me había nombrado en más de una oportunidad. Claramente no era la época para utilizarlo, pero de todas maneras algo en mí interior me decía que iba a funcionar.

Si bien era mi primer temporada ya tenía alguna idea de ciertas cuestiones básicas, como por ej. la cautela a la hora de acercarme al pez sin ser detectado, fue por eso que arrodillado sobre el pasto de la costa, me acerqué lentamente y me quedé esperando para determinar el ciclo de comida de la trucha. Cada un par de minutos se podía ver el lomo y la cola de la colorida arcoiris, que básicamente se limitaba a comer algo en el fondo con mucha sutileza. Estaba bien pegada a la orilla, donde un socavón de la pequeña barranca le hacía las veces de refugio, un hermoso lugar del Malleo inferior. Me incorporé con lentitud, saqué apenas algo de línea de la caña y le presenté como pude, debajo de los sauces ya deshojados, aquella verdosa ninfita. Apenas derivó por el lugar, pude sentir lo que me pareció el toque de la trucha, clave!

Inmediatamente explotó el agua y la potente truchita salió como un rayo al medio del río, donde por mi falta de experiencia, ganó la corredera principal en un segundo, al mismo tiempo daba un salto tras otro, era una de las buenas. En aquella época era muy común para mí, perder pescados todo el tiempo, por falta de tensión, nudos mal hechos, nudos de viento y una larga lista de errores de principiante, siempre algo fallaba. No es que ahora no me pase, pero algunas cosas he aprendido.

Todavía puedo sentir como si fuera hoy, el viejo STH quejándose ante cada embestida, fue la primer dura pelea que tuve con una trucha y la más grande hasta ese momento. En el video que filmamos se pueden sentir nuestras expresiones de admiración ante aquella “épica” contienda, fue bastante más larga de lo quedé puede observar acá. En contexto, estaba luchando contra el mejor pescado que había podía pinchar hasta ese momento con un equipo de mosca y a sabiendas que todas las veces anteriores el final era siempre el mismo, tippet roto, pescado que se escapaba o soltaba, mosca desatada. En fin, siempre ganaba el pez!

Esta fue sin dudas mí primer “gran” trucha. Me dio una inmensa felicidad, el saber que por primera vez había hecho las cosas bien. Definitivamente ese pescado marcó un antes y un después para mí.

Finalmente el pescadito se fue con la misma potencia a la que llegó al copo. Aquél día ésta única trucha, me regaló lo que sería mí pasión para toda la vida!

Por todas estas cosas amo la pesca con mosca!

Disfrutemos de los entornos naturales y de la pesca, no dejemos basura. Devolvamos los peces lo antes posible tratando de no tocarlos o al menos hacerlo con las manos mojadas. Colocarlos en contra de la corriente de agua limpia, dejándolos recuperar fuerzas antes de soltarlos. No hace falta alejarlos del agua para fotografiarlos, incluso el pescado en el agua es mucho más bonito. Permitamos que las futuras generaciones disfruten de ésta misma pasión.

Para mí era un pescado enooooorme!