Buscando la mayor simpleza posible a la hora de pescar con moscas, siempre me encuentro en ese constante camino… Si existe gente que sabe de ésto, son los orientales, es por eso que suelo mirar y tratar de aprender más precisamente de los japoneses, quienes con su simpleza y paciencia logran cosas increíbles, bellas y admirables.
En un primer acercamiento surgió la inquietud de la fabricación de las cañas estilo Marutake y como segundo desafío surgieron las moscas simples, y he aquí que me topé con las Kebaris…
Cito a wikipedia:
El Sakasa Kebari es una mosca artificial más asociada con el estilo japonés de la pesca Tenkara, pero se puede utilizar en la mayoría de la pesca con mosca de agua dulce . El Sakasa Kebari generalmente se define, en primer lugar, por su hackeado inverso y, en segundo lugar, por su simplicidad en comparación con las moscas de estilo occidental. Esta mosca fue creada originalmente para ser utilizada en las pequeñas corrientes de alto gradiente en Japón mientras pescaba truchas nativas y char .
Una de las principales diferencias entre las moscas de estilo Sakasa Kebari y sus contrapartes occidentales es que, aunque las moscas de estilo occidental tienden a imitar insectos específicos con el mayor detalle posible Sakasa Kebari es más impresionista, lo que a menudo se llama mosca atractora . En lugar de tratar de incorporar los detalles de un insecto, tiende a ser más general permitiendo que el pez objetivo ‘conecte los puntos’.
Cuando leí por primera vez sobre éstas moscas, inmediatamente supe que era lo que buscaba, pocos materiales, de sencilla construcción y además efectivas… Pero realmente efectivas ?
No siempre lo que le funciona a alguien le funciona a todos o lo que funciona en una zona o contexto, funciona igual de bien en otro lugar, así que no me quedaba más remedio que atar algunas y probarlas donde pesco habitualmente en Patagonia Argentina.
Lo primero que hice fue buscar videos y fotografías sobre este tipo de moscas. Busqué las de origen Japonés, para tratar de tomar de primera mano los detalles que me interesaban. Fue así que luego de estudiar bastante el tema, até unas cuantas kebaris con distintos patrones, tomando como base lo aprendido pero sin copiar ninguno en especial, la idea era darle mi impronta y experiencia personal al respecto del atado de moscas.
Terminé atando secas y ahogadas, en tamaños chicos que oscilaban desde el #14 al #18, con anzuelos curvos de ninfas y secas. Utilicé pelo de ciervo, pluma de perdiz, y algún que otro material sintético para aportar algo de brillo. Cuando terminé de atar algo así como una docena de kebaris y las guardé en una cajita de plástico, me di cuenta que algo no encajaba. No me pude resistir y construí una pequeña caja de bambú y nudo coihue. Ahora con el combo completo, lo único que faltaba era salir al río y probarlas.
Salí a pescar dos ambientes bien distintos y con días de clima diametralmente opuestos. El primer día nublado, frío y de muchísimo viento patagónico, elegí un río de Junín de los Andes, la mosca elegida fue una seca cuyo collar hice con pelo de ciervo en anzuelo curvo #16. Esta mosca presenta una gran visibilidad y flotación, se cuelga de la película superficial de agua y nada muy bien incluso en aguas rápidas. Las truchas no dudaban en tomarla, pesqué realmente muy bien, tanto arcoiris como marrones, de todos los tamaños y a no ser porque una enorme arco cortó el terminal 4X a la que até mi kebari, no hubiera hecho falta cambiarla en toda la jornada de pesca. Terminé el día sólo pescando con ese patrón, ya que no hizo falta probar otro, su efectividad fue absoluta, trucha que pude ver y la cual presente la kebari, trucha que la tomó de inmediato. Una característica que me gustó mucho de esta mosca, es que pescada río arriba, se comportaba como una seca tradicional, flotando y derivando como cualquier mosca seca, pero que al superar mi postura, podía dejarla hundir y pescarla como una mosca ahogada y su efectividad seguía siendo la misma.
Al otro día con un clima más caluroso, cielo totalmente despejado y sin viento, elegí un pequeño arroyo de montaña. Para esta ocasión seleccioné una kebari cuyo collar es de pluma de gallo, a la cual adicione un pequeño tramo de fibra sintética naranja fluo a modo de indicador, ya que la mosca la até en un anzuelo #18 y se me dificulta poder verla con facilidad. Misma situación, las truchitas de este lugar tomaron la única mosca que utilicé durante toda la jornada, unas tras otras, incluso pescando en el mismo pocito por más de una hora seguida.
Como todo en este camino del aprendizaje, queda un larguísimo camino por recorrer, pero no tengo ninguna duda que la simpleza y estilo minimalista japonés, una vez más demuestra su efectividad.
Otra vez, “menos es más!!!”