La primer marutake !
Había terminado la primer temporada de pesca con mosca, una hermosa experiencia y de la que claramente no hay vuelta atrás….
En ésta entrada les voy a contar la historia de como nace la ‘tacuarita’ no se trata de un posteo técnico, no tengo todavía el conocimiento ni experiencia para hacerlo, sólo les voy a contar la historia detrás de ésta cañita…
Comienza la veda y uno tiene que buscarse alguna actividad para pasar el largo invierno patagónico. En una de las visitas que hago a la casa de mis padres, una noche me encuentro acostado en la cama y mirando alrededor de lo que era mi habitación de chico, observo una varita de tacuara en un rincón, la clásica mojarrerita que todos alguna vez tuvimos, no pude aguantar la tentación, así que me levante y la tome en mis manos, de repente tuve una grata invasión de recuerdos que vinieron a mi cabeza. Esta varita la había fabricado hacia casi 40 años, cuando todo lo que nos importaba a mis amigos y a mí, era salir a “indiar” con la gomera o con una caña de pescar, aunque a decir verdad, la mayoría de las veces con ambas cosas… Esa varita formaba parte de nuestro sofisticado arsenal de aquellos tiempos, un amigo y yo habíamos hecho una c/u, recuerdo que las cosechábamos en lo que llamábamos con mucho cariño “el campito”, un hermoso terreno baldío que era el patio de nuestras casas, pero esa es otra historia…. Simplemente buscábamos la caña más recta que podíamos encontrar y la tostábamos en la hornalla de la cocina, sin saber que aquello no sólo aportaba una cuestión estética, sino que además templábamos esa simple varita, endureciendo sus ya fuertes fibras.
Luego de ese lapsus mental, en forma inconsciente me puse a “castear” dentro de la habitación y fue inevitable plantearme la posibilidad de fabricar una caña de pesca con mosca tan simple como esa, o por lo menos bastante más simple que las clásicas cañas de split bamboo… así comienza la historia de la “tacuarita”
Ya me encontraba de nuevo en Patagonia, cuando comencé a buscar en las redes sociales alguna información que me aportara algún indicio sobre la posibilidad de fabricar una caña de pesca con mosca, con una simple tacuara o algo similar. Así fue como encontré el grupo “La caña viajera”. Una vez aceptado en el grupo y haber leído atentamente las recomendaciones que daba el administrador en la portada, comencé a recorrer las imágenes y videos que allí se publicaban. Maravillosamente había encontrado el lugar indicado, fotos, videos, explicaciones, documentación, de todo, efectivamente ya había gente que hacía cañas para pesca con mosca así de simples, tal cual las había imaginado. Aclaro que lo de simple no viene dado por el nivel de detalle, sino más bien por la falta de necesidad de la utilización de máquinas complejas en su fabricación, cosa que quería evitar, además de poder dejar la caña en el estado más natural posible. Fue una grata sorpresa descubrir que los japoneses hacían esto ya hace muchísimos años y que es un arte que todavía conservan por suerte. Fue allí cuando comencé a meterme de a poco en el mundo del marutake. Nuevamente había descubierto que se habría otro camino sin retorno, el de la fabricación de cañas de pescar hechas de bambú al estilo japonés.
De entrada no entendí del todo la filosofía del grupo, ya que se hablaba de intercambios amistosos, una caña para fulano, otra para mengano, gente diciendo “yo quiero”, etc. Hasta que un día hablé con Anibal (creador y administrador del grupo) quien muy amablemente me explicó en más detalle la temática. Anibal es un ser muy especial para estos tiempos, con una filosofía digna de conocer, pero para ello los invito que se sumen al grupo y transiten en forma personal ese camino… Dejo el link del grupo https://www.facebook.com/groups/historiasdeviajeras/
Ya tenia una idea clara de lo que quería lograr, tenia contacto de gente que ya lo había hecho, y muchísima información y experiencias de otros, pero por donde empezar ? En ese punto Anibal ofrecía un par de cañas terminadas, pero también leo que ofrecía “blanks”, que era eso ? Cómo todo lo nuevo, más preguntas que respuestas… después de averiguar de que se trataba eso fue lo que más me interesaba a mi, material para poder armar mi propia caña de bambú. Hablamos al respecto, consensuando que tipo de caña quería hacer, que características, potencia, largo, estilo, etc. Como la mayoría de las veces hago pesca en arroyos pequeños, y de peces también pequeños, quedamos en que íbamos a intercambiar material para armar una caña chica y liviana de una potencia que podía oscilar entre #2 o #3.
Nuevamente ya me encontraba de viaje en Bs. As. y esta vez iba a visitar personalmente a Anibal, quién gentilmente me había invitado a su casa, o me invite sólo, eso no lo recuerdo bien. La cuestión es que luego de coordinar y pasar coordenadas, ya me encontraba rumbo a su casa, la ansiedad y curiosidad me llenaba de nervios, como si se tratase de algún exámen por rendir… Desde ya la sorpresa fue grande, cuando me encontré frente a una persona sumamente generosa y con mucha experiencia sobre lo que yo estaba interesado en aprender, fue una tarde llena de charla, de intercambio de experiencias, anécdotas, en fin, nos estábamos conociendo y fue muy gratificante y enriquecedor para mí, por otro lado veía que se habría un mundo nuevo por descubrir y una nueva pasión que nacía en forma explosiva y sin previo aviso. Esa alegre nostalgia que me retrotraía a otros tiempos con mis amiguitos del barrio pescando en alguna laguna o río cerca de casa, se sentía nuevamente en el aire. Jugar con una cañita de tacuara en patagonia pescando truchas, se palpaba como una realidad totalmente posible. Finalmente llegaba el momento de la despedida, y Anibal tuvo la enorme gentileza de entregarme un “kit para armar” tenía todo lo necesario para terminar la caña completamente, corcho, alambre, empalmes, las varas prácticamente listas, realmente mi trabajo sería sólo terminar detalles y armar la vara. Me despedí ese día, sabiendo que había sido la primera vez que nos habíamos visto en persona, pero que no sería la última, de hecho no lo fue!
Ya de vuelta en patagonia, comencé a trabajar en la vara, sabía que el bambú (yatake o yadake) había sido templado 4 veces, pero como tenía tiempo decidí templarlo 8 veces más, ese templado consistía en pasar la vara por calor (no por una llama en forma directa) y aprovechar su maleabilidad a altas temperaturas para ajustar alguna curvatura, así fue como estuve casi un mes haciendo este trabajo, paralelamente fabriqué una prensa para armar al agarre o empuñadura de corcho.
Ya con las varas templadas y derechas, dediqué tiempo a los empalmes, que en este caso serían del mismo bambú, sería un encastre externo que quedaría fijo en uno de los extremos para dejar la hembra del encastre en el otro extremo, al cual se fijaría el otro tramo de la vara. Compré hilo para el empatillado de los pasa hilos, de ese que utilizan los tapiceros, también compré algunos pasa hilos y recicle otros, ya que los que hice a mano, no salieron como me hubieran gustado, no pregunté como se hacían, y claramente no lo hice bien. Lo tomé como parte del aprendizaje, a partir de esa experiencia buscando en el grupo encontré la información necesaria para fabricar una simple herramienta que permite hacer las anillas con el nivel de detalle que buscaba. Las próximas saldrán mejor, y sino seguiré practicando.
Después de algo más de un mes y medio, tenía las varas enderezadas y templadas, lo mismo con los empalmes, que ya estaban pegados y ajustados. Era tiempo de armar la empuñadura de corcho, para ello había fabricado una prensa muy simple con la cual pude pegar el corcho y el porta reel, ya que en éste caso sería todo del mismo material. Había probado madera de la zona, pero no me gustó el resultado final, descartandolo por completo. Una vez ya pegado y fraguado, con una agujeadora de mano utilizada a modo de torno, le di forma a la empuñadura, primero con una escofina y luego con lijas de distinto espesor para darle una buena terminación. Finalmente la cure con calor y una vela, dando una mejor textura y sellando todos los poros.
Tenía las anillas sujeta reel de aluminio que vinieron con el “kit”, a las cuales quería darle un aspecto añejo, así que las talle con una punta de acero en forma bastante rústica y luego pinte con pintura color oro. Una vez secas la volví a pulir para que tomen el aspecto que buscaba. El resultado me gustó bastante.
A esta altura tenía todo listo para comenzar el anillado, pero me faltaba la terminación del porta reel, así que decidí que sería una buena oportunidad para utilizar algún material de la zona. Luego de buscar un poco, decidí que lo haría de nudo coihue, un nudo que forma el hongo llao llao y que genera una madera con unas betas hermosas. Fui al arroyo al que suelo ir a pescar bastante seguido, me parecía que ese debería ser el lugar de donde debía tomar el nudo. Recorrí las orillas toda una mañana hasta que finalmente encontré un nudo en una rama seca de un ñire… ya tenia el material. Una vez cortado, le di forma utilizando una sierra chica, escofina y lija, me encantó hacer ese trabajo y más aún el resultado final. Ahora sí, la cañita tendría ese detalle que tanto quería.
Todo estaba encaminado y era momento de colocar la empuñadura y anillar la caña. Antes busqué la espina de la misma, con un método muy simple que consiste en armar la vara y apoyando la puntera en el suelo y tomando la caña a unos 30/40 grados aproximadamente hacerla girar en la mano, hasta sentir ese punto donde la caña flexiona con más facilidad. Es más difícil explicarlo en palabras que hacerlo. También noté que teniendo la caña por el extremo del lado de la empuñadura, en forma horizontal y girándola, uno puede ver cual es el punto de máxima flexión por el sólo trabajo de la gravedad. Ambos métodos señalaban el mismo lugar para la espina de flexión. Marqué la misma con cintas de papel y un fibron, decidiendo anillar sobre la espina en el lado cóncavo, o sea para el lado que la vara tiende a flexionar con más facilidad. En este punto se puede elegir colocar las anillas de un lado o del otro de la espina, para buscar distintas acciones en la vara final al momento de castear o pelear un pez.
Paso siguiente, pegué la empuñadura, y comencé a empatillar con hilo las anillas, primero lo hice con la puntera y luego con la primer anilla (la más próxima al reel) de manera tal de poder marca una línea recta y colocar el resto de las anillas en forma prolija. La distancia de las anillas las calculé en comparación con las otras cañas que tengo, donde encontré una proporción que se va dando a medida que las anillas son mas próximas a la puntera. Lo que hice fue medir las distancias de las anillas de 3 cañas, y encontrar el factor aplicado a las distancias entre las mismas.
Cuando terminé de colocar y empatillar las anillas, hice lo mismo con la empuñadura, como para darle una terminación entre la unión del corcho y la vara de bambú. Además me extendí un poco mas allá para darle un toque decorativo y sumar un poco más de firmeza y resistencia a ese lugar tan delicado a la hora de castear y/o pelear un pescado.
Como veía que tenía tiempo, decidí hacer una segunda puntera, de manera tal de tener un repuesto, pero además de hacerlo con otro bambú, en este caso hotei “tacuara” , para tener dos personalidades distintas en una misma caña y haciendo honor a aquella vieja tacuarita que fue la que originó todo esto, lugar bien merecido que tiene en toda esta historia. Otra vez más la generosidad de Anibal que me facilitó unas varitas, permitió fabricar la segunda puntera.
Faltaba muy poco, tenía las varas derechas, anilladas con empatillado de hilo, dos punteras, la empuñadura terminada y el porta reel listo. Había decidido que utilizaría en lo posible, el material que tuviera en casa, así que la elección para la pintura final fue Cetol color nogal… como dije lo que había en casa. Esto le dió un aspecto muy lindo, que la aleja un poco de su estado natural, pero para esta primer cañita, me parecía bien, le di tres manos, las que luego terminé con un pulido con virulana, de la que se usa en la cocina. Esto quitó un poco el brillo, y ademas corrigió algunos defectos de pintura. Siguiendo los consejos de Anibal, decidí que iba a laquear la vara con laca poliuretánica, por lo tanto necesitaba fabricar alguna herramienta que me permitiese tener girando la caña mientras fraguaba la laca, para esto hice un pequeño torno de giro muy lento (4 rpm) con un motorcito del plato de microondas, esto me permitió laquear la caña sin problemas, así que finalmente terminé dando 3 manos de laca. Ya estaba todo listo para probar la potencia de la caña terminada o mejor dicho, casi terminada.
Si bien al tacto, ya sentía que la vara tenia una potencia de entre #2 y #3, quería hacer la prueba del centavo, la cual consiste en colocar la vara armada en forma horizontal, y fijando la empuñadura, de manera tal que quede en el aire sólo la parte de la vara de bambú, luego se coloca peso en la puntera hasta lograr que la misma se flexione un determinado porcentaje de su largo (30%), una vez logrado esto se verifica cuanto peso fue necesario y basado en una tabla que ya está estipulada, uno puede ver que linea será necesaria para cargar la caña correctamente… En este punto debo hacer una aclaración: Una vez armada la caña, noté que la vara flexionaba demasiado para mi gusto, en ese momento el largo total de la caña era de 7 pies y 6 pulgadas, decidí acortar las punteras de manera tal que quedó finalmente de un largo total de 7 pies. El resultado coincidió con lo esperado, según este cálculo era una linea #2 / #3.
Era el momento de la verdad, un amigo me presto un reel con una línea #2 y junto a línea #3 que tengo, me fui a la montaña a probar como se comportaba al castear… Grata fue la sorpresa cuando después de los primeros casteos vi que aguantó, sinceramente en ese momento no sabía si iba a poder lanzar la línea en más de una oportunidad sin que se rompa algo, la sentía tan “blanda” comparándolas con las cañas de grafito que tengo, que me generaba muchas dudas al respecto. Debo decir que de entrada me costo encontrar el timming pero luego de unos tiritos, le encontré la vuelta y esa tarde disfruté mucho de ver los hermosos loops que podía lograr con mi primer varita de bambú… Luego de pasar un par de horas probando y probando, llegué a la conclusión de que la linea #3 fue la que mejor desempeño logra en la cañita para mi forma de castear, pero tranquilamente se puede utilizar con una línea #2, en definitiva es una #2 / #3. Volví a casa habiendo confirmado que era momento de terminar la caña. Coloque las anillas del porta reel, y la terminación de nudo coihue para que las mismas no se salgan. Finalmente hice unos retoques de la laca y como detalle final hice los taponcitos de los encastres en el mismo bambú.
La vara ya estaba terminada, pero unos amigos me sugerían que la firmase, así que acepte la idea y coloque el nombre de la vara sobre la línea del porta reel, para que sirva de guía y ademas dejar estampado su nombre, la bautice como la “Gandalf – AR – I”, lo primero por mí sobrenombre, lo segundo tiene más de una intención, por un lado referencia a Anibal y sus iniciales, ya que sin él, este proyecto no hubiera existido, o por lo menos no de ésta manera, y además hacer una referencia a Argentina, nuestro hermoso país, el 1 hace referencia a que es la primer caña, no hay mucho de creativo en ello. También dejé grabado el largo y potencia de la caña, como para saber que línea le sienta mejor.
Como dije al principio, la idea de ésta entrada no es la de explicar técnicamente el proceso de armado de una caña, ya que no estoy en condiciones de hacerlo, las conclusiones son que he aprendido mucho, pero también se que tengo muchísimo más por aprender. Simplemente quise contar el porqué de la fabricación de esta caña y alguna breve reseña de cómo fue el transitar del armado de la misma. Estoy muy contento con el resultado final, de hecho ya estoy comenzando a armar la segunda caña y espero con muchas ansias salir a mojar moscas con mi “Gandalf – AR – I” y sentir que juego nuevamente como cuando era chico con una varita de tacuara en el medio de la naturaleza y alejado de los problemas a los cuales los adultos nos empeñamos a transitar día a día…
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