Había transcurrido aproximadamente un mes (fué entre enero y febrero de 2017), en el cual alternaba entre el pequeño arroyo y el río en el que éste desembocaba, fué una muy hermosa experiencia, era mi primer mes de pesca con mosca, y todos los días aprendía algo nuevo, algún detalle más que observar y tomar en cuenta, por cierto, creo que no se debe terminar nunca de aprender sutilezas sobre esta modalidad de pesca y es justamente eso, el gran atractivo por sobre otras técnicas…
Eran unos días en los que el tiempo no ayudo demasiado como para ir a pescar, así que aproveche para buscar nuevos lugares, con la ayuda de google earth y preguntando a conocedores de la zona, ubiqué un nuevo río, no porque fuera de difícil acceso, sino simplemente que yo no lo conocía, así que previa investigación sobre la información que me paso un pescador experimentado, partí rumbo a este nuevo lugar. Cargué mochila con algunas cosas como para pasar el día (no me importaba que lloviese, de hecho hubiera pescado igual, pero por temor a las tormentas eléctricas desistí de aquello), después de recorrer unos 35km aproximadamente, llegue al río, si bien era similar al anterior, este tenía mayor tamaño y sus aguas me resultaban más claras aún, por suerte las piedras del fondo parecían un poco mas pequeñas, les recuerdo que tenía un par de botas de vadeo que no eran precisamente las óptimas para caminar sobre rocas, sino más bien para pescar embarcado, de todas maneras eran las botas que conseguí, así que me tenia que manejar con ellas a como de lugar. Aquel día recorrí varios kms del río, observando lugares donde podría dejar el vehículo, encontrar peces, descansar un rato, etc. hice toda la inteligencia que pude y finalmente el mal tiempo término cediendo paso a un hermoso día de sol, otro día de disfrute y además ya tenía otro lugar para ir a pescar, como no había llevado el equipo aproveché para contemplar lo hermoso de estos lugares, un placer para el alma y todos los sentidos…
Al otro día prepare el equipo bien temprano, y salí rumbo a este nuevo destino, ya me había hecho una especie de plan de pesca, sabía donde iba a entrar al río y cuales iban a ser los lugares donde intentaría pescar, ya que había observado bastante actividad de truchitas en varios sitios. Llegué al lugar, me cambié, terminé de armar el equipo, ate una mosca seca y me adentre al río. De entrada note la gran diferencia en el tamaño de las piedras del fondo, lo cual me permitió estar muy cómodo y concentrarme más en los lanzamientos que por cierto eran bastante “flojitos” para ser absolutamente sincero, y por suerte comenzó la acción casi inmediatamente, pude lograr capturar y soltar (desde luego) varias truchitas arcoiris y alguna que otra marrón, todas truchitas que oscilaban los 400/500gr máximo, el día iba de maravillas, el lugar era precioso, rodeado de pinos y pequeñas playas de césped, sol pleno, ausencia de viento, no se podía pedir más.
Al mediodía descanse un rato, almorcé algo y luego de nuevo al agua, a buscar suerte en otros lugares, creo haber recorrido unos 300m de río aproximadamente, la pesca continuó igual de buena, ese día atrape unas 30 truchitas en total, estaba eufórico. Ya a punto de irme, con mis piernas agotadas pero con una enorme felicidad, estaba por comenzar a quitarme el wader, cuando veo a pocos metros saltar una arcoiris y atrapar unas “polillas” que volaban a escasos cm del agua, la tentación pudo más, tomé la caña y pensé una táctica para atraparla, nada muy científico… consistía en caminar río arriba por la costa, ingresar al agua y lanzar río a abajo a unos 45 grados dejando que la corriente haga el resto, ya que notaba que la trucha esperaba detrás de una gran piedra y cada vez que pasaba un insecto por ahí, saltaba y lo tomaba, y eso hice.
Ingrese al agua, lancé a 45 grados, corregí linea para tener una deriva lo mas natural posible y cuando la mosca pasa a unos poquísimos cms. delante de la piedra que servia de refugio a la trucha, ésta salta una vez más y toma mi mosca con impecable presicion y firmeza, clave inmediatamente, doblemente feliz, el plan había resultado como estaba previamente pensado, el lance salió correctamente, la trucha tomó y yo clave en el momento justo. Estaba tan concentrado en la trucha, que no miré donde pisaba, sin percatarme había caminado un par de pasos y frente mío había una enorme piedra hundida, cuando piso sobre ella con mi pierna derecha siento que patino, como acto reflejo, apoyo el otro pie, sin darme cuenta que estaba sobre la misma piedra patinosa, conclusión “al agua pato” cai de espaldas y si bien la profundidad no era de más de unos 80cm/1m sentí como entró algo de agua en el wader y la reacción natural fue pararme en un 1 segundo a como de lugar, no se bien como hice, pero pude hacerlo. Aprendí algo, hay que estar atento, yo soy muy alto y flaco, eso me ayudó, pero si mi contextura física hubiera sido otra, creo que no me hubiera resultado tan fácil poder incorporarme y el wader se hubiera llenado de agua, complicando aún más aquella la situación. Al río hay que amarlo y cuidarlo, pero también hay que respetarlo, lección aprendida… A partir de ese momento comencé a prestar más atención a mis alrededores y moverme tomando en cuenta el contexto sobre el que estoy en cada momento, no como un perseguido, pero sí, con la debida atención.
Finalmente pude sacar aquella truchita arcoiris, fue la más grandecita que había atrapado hasta ese momento, fue mi primer caída, calculo que no será la última.